La mejor forma de conocer a una persona es leyéndola.

No temo de ti, no se le teme al amor.

El indignante delirio de persecución me engaña, me advierte el preludio de lo que fue una triste y falsa realidad. El inminente y colosal intersticio de seguridad que dejó mi primera gran muerte duele, o quizá no duele, a veces, no siempre.

Sé que lo eres, que te necesito, sé que te amo, que jamás sentiré nunca más de nuevo algo parecido a lo que tú me ofreces.

Me percato de mi insospechada, antagónica y podrida negligencia, me entero de hacerte sentir mal y duele, pero duele más otras veces, o quizá menos, o quizá igual.

Yo solo quiero no dejar de quererte, de adorarte, de amarte con locura, ¡miento!, también solo quiero que seas mía siempre, solo de mí, de nadie más, quiero que tus actos sean mi porque y que los míos al menos tu recreo, quiero sentir tu cuerpo cálido y frío desnudo postrado frente a mi virilidad, quiero que sientas el amor, quiero que sientas que te amo, quiero que siempre solo sientas algo.

Entonces no temas amada mía, no temo de no amarme, no temo de no expresarte, temo de la vida y de sus cosas, no las lindas, como tú, sino de las inesperadas, de las tristes y sanguinarias.

No te digo que no te des una posible nueva oportunidad de sentir cosas diferentes, no te pido amor perpetuo, no te ruego que te quedes a mi lado por siempre, solo te pido realidad, si realmente ya no soy tu suficiencia, no esperes acumular suficiencias, solo tira la vieja y ocupa la nueva, tal cual pesaje de reciclaje, solo no me ames mentirosamente.


No temo de ti, temo de la ingrata vida y sus sorpresas.

No se le puede temer al amor, el amor siempre viene cargado de amor, de seguridad, siempre viene dispuesto a proporcionar felicidad, no se le teme al amor, se le teme a su entorno, se le teme a "otras cosas".